07 Apr LA CALLE, UN ESPACIO DE CONFRONTACIÓN SOCIAL, ECONÓMICA Y VIVENCIAL.
La calle, como un espacio de confrontaciòn social, económica y vivencial, se convierte en un escenario en el cual se hace latente la exclusión social que experimentan día a día los y las habitantes de calle, partiendo además de que es en este escenario donde es cuestionable el hecho de que los impactos de la exclusión y específicamente de la pandemia a nivel político, económico y cultural vislumbra las consecuencias sociales y económicas en las que se hace muy latente efectos como la inequidad y el descuido frente a algunos grupos poblacionales en la sociedad, la vida cotidiana de algunas personas, a desfavorecido a aquellos cuyas condiciones de vida no han sido favorables dentro de su cotidianidad, lo cual nos permite evidenciar que sigue en aumento los niveles de pobreza, las desigualdades, la marginalidad, y la inequidad en la distribución de los ingresos, mostrando una crisis civilizatoria que se expresa justamente en el abandono de las personas carentes que a su vez se convierten en sujetos excluidos bajo situaciones vulnerables, donde el resguardo permanece entre las relaciones que se tejen y la búsqueda del sustento como su quehacer diario.
A lo largo de nuestra experiencia formativa en la Institución Educativa Escuela Normal Superior María Auxiliadora del municipio de Copacabana, en los discursos y las experiencias de los estudiantes mayores siempre ha transitado la vivencia del proyecto patio 13 o pedagogía de la calle y realmente, desde esas narrativas de las otras personas que nos rodeaban, la expectativa por ser parte de este proyecto estuvo tangible en los últimos años de la escuela y más aún cuando tomamos la decisión de ingresar al Programa de formación complementaria, porque desde allí la apuesta se veía mucho más fuerte e interesante ya que se había tratado de una participación activa y cercana que nos iba posibilitar la oportunidad de conocer otros contextos y aprender de ellos no solo de manera conceptual sino formativa dentro del ámbito humano como gran enseñanza para la vida.
En ese orden de ideas, la expectativa por visitar este lugar de nuestra ciudad era grande y estaba rodeada de muchos sentimientos que se han ido consolidado con el paso del tiempo pero también con las vivencias que la plataforma de pedagogía de la calle nos ha favorecido; se hace necesario mencionarlo puesto que indiscutiblemente la plataforma virtual fue un acceso muy diferente pero demasiado interesante y una alternativa pensada e intencionada para tiempos dislocados como lo fue la pandemia y de alguna manera, este trabajo desde casa nos permitió no desconectarnos del todo respecto a las vivencias que se construyen en Prado-Centro al que la normal ha acogido desde sus apuestas pedagógicas y humanas. Desde ese punto de vista cargado de mucha admiración pero además curiosidad, expectativa y para algunas, un poco de miedo, queremos iniciar nuestra narración acerca de la experiencia vivida el pasado jueves 31 de marzo del año 2022.
El recorrido desde nuestras casas, algunas ubicadas en el municipio de Copacabana otras en Bello, inició aproximadamente a las dos de la tarde; fue un recorrido ameno y cargado de mucha emoción por lo qué tal vez viviríamos o no en este lugar tan esperado por cada una de nosotras y así, al llegar al punto de encuentro todas las sensaciones se incrementan de una forma muy interesante porque incluso el mismo espacio comienza a narrar vivencias, situaciones e ideas acerca de lo que allí sucede y en ese punto, nos parece importante mencionar el papel tan importante que juegan los prejuicios, las expectativas y los imaginarios colectivos sobre nuestra perspectiva personal o colectiva porque de alguna manera, con este lugar ya nos encontrábamos pre dispuestas incluso de manera inconsciente porque desde nuestras prácticas formativas no solo en la escuela sino en la familia y en la sociedad, los imaginarios colectivos existentes acerca de este lugar son bastante malos y fuertes en su lenguaje de expresión.
Este lugar como muchos otros dentro de la ciudad de Medellín ha sido estigmatizado como un lugar peligroso, de violencia y asuntos que deberían ser lejanos a una persona que tiene “objetivos de vida diferente” es decir, desde el punto de vista social, prado centro no es el lugar adecuado para muchas prácticas públicas porque hay peligros, lo interesante y cuestionable es que este estigma lo hay porque las calles de este espacio están llenas de habitantes de calle y el hecho de estar da lugar a que dentro de las etiquetas enmarcadas por el àmbito social y cultural, da lugar a que se reconozcan como ladrones o malas personas sin ni siquiera tener idea acerca de quiénes o por què están allí realmente; ese sentimiento hizo parte de nosotras sin importar lo que hemos discutido en los seminarios o en la plataforma, en varias ocasiones y puntos específicos del recorrido por este lugar sentimos miedo e inseguridad y solo después de terminar ese espacio fue que logramos pensar la forma en la que los ideales de nuestra ciudad y las formas de habitarla que son socialmente aceptadas, han influido tanto en nuestra manera de ver el mundo que hasta llegamos a sentirnos en el derecho de estigmatizar a un colectivo por su lugar de ser y estar, ese elemento del miedo y la generalización no puede pasar desapercibido y debería ser foco de nuestra reflexión cuando pensamos nuestras apuestas dentro y fuera de la escuela.
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